Hasta mi último año en la escuela secundaria solía ir a la cama a una hora razonable y casi a la misma hora todas las noches. 10:30 a 11:00 p.m.
Pero cuando llegué a la universidad, las cosas cambiaron dramáticamente. Ya no tengo un tiempo fijo para acostarme y tengo mucho menos sueño que antes. Me voy a la cama al menos a la 1 o 2 a.m. y me levanto a las 6:30. Tengo clases de 8:30 a 5:45 p.m.
Esta “rutina” tuvo muy malas consecuencias para mi salud: siempre me siento cansado, me falta concentración, tengo sueño casi todo el tiempo, ya no tengo buen apetito.
Durante el segundo semestre del año pasado, comencé a regular mi sueño y casi lo hice bien, pero luego comenzaron las vacaciones de verano y todo se volvió complicado otra vez. Ya son casi las 2 a.m. y no tienen intención de dormir. ¡Lo que lo empeora es que me tengo que levantar a las 7 mañana!