Primero, graso no es igual a saludable. Las almendras, por ejemplo, son muy ricas en grasas, pero la mayoría de las personas se beneficiarían de comer más de ellas. Cualquier intento de legislar qué alimentos son y no se consideran saludables va a ser muy complicado, especialmente porque las compañías de alimentos se apresurarán a preparar alimentos que se ajusten a la letra, pero no al espíritu, de la definición de “saludable”.
Dicho esto, el precio relativamente bajo de los carbohidratos refinados y la carne roja (en parte el producto de los subsidios agrícolas) probablemente haya tenido un efecto negativo en la salud pública. Los factores económicos definitivamente afectan la dieta, y la evidencia inicial parece sugerir que los impuestos a la soda reducen el consumo. Entonces, al menos en teoría, creo que es posible que alinear los subsidios con las necesidades nutricionales pueda conducir a mejoras en la salud pública.